Liderazgo y Motivación: el entusiasmo

La Organización Emocional – Parte III: Las capacidades clave de la organización

 

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10. Liderazgo y Motivación – Introducción:

El liderazgo no es un cargo o una función de supervisión; tampoco es una competencia, ni un grupo de competencias. El liderazgo es un rol, no un cargo. Las funciones del rol de líder son entusiasmar y construir sentido de propósito para alcanzar aquello que provoca el entusiasmo, es decir: motivar. Una persona se encuentra motivada cuando siente entusiasmo por algo y sabe o se le guía para llegue a conseguir ese algo. El objeto del entusiasmo puede ser cualquier cosa, bienes materiales, dinero, experiencias emocionales, relaciones, prestigio, poder, ideales, reconocimiento, etc. Es decir, el entusiasmo puede adquirir infinidad de formas, tantas como seres humanos existen. Cualquier cosa que creemos que nos producirá placer, bienestar o felicidad nos genera entusiasmo. De acuerdo a nuestro enfoque, liderar es motivar, mientras que todo el resto de las actividades directivas corresponden a la actividad de gerenciar.

El entusiasmo es una emoción, mientras que la motivación es un estado emocional. Como ya hemos visto, las emociones son muy intensas, tienen una duración bastante breve, su ocurrencia es esporádica y su persistencia en el tiempo es baja; mientras que los estados emocionales tienen una intensidad media, su duración oscila entre varias horas hasta varios días, su ocurrencia es frecuente y su persistencia en el tiempo es media. Para que la emoción del entusiasmo pueda transformarse en el estado emocional de motivación es necesario incorporar un componente cognitivo que indique a la persona la manera en que conseguirá aquello que le provoca la emoción del entusiasmo.

El entusiasmo puede ser generado interna o externamente. Es decir, aquello que creemos que nos generará un estado de placer futuro puede surgir de la persona misma o bien puede ser propuesto por otra persona o el medio ambiente. Por otra parte, el saber cómo hacer para lograr conseguir el objeto que provoca el entusiasmo, puede ser un saber del entusiasmado o bien puede ser el saber de un tercero. El liderazgo en los grupos naturales puede adquirir una variedad de formas de acuerdo a cómo se combinen estas dos variables. Sin embargo, en las organizaciones, liderar implica identificar aquello que entusiasma a las personas, o bien entusiasmarlas, es decir, proponer a otros el objeto de entusiasmo, así como poseer el saber acerca de cómo las personas podrán conseguirlo. Liderar es motivar, y motivar es entusiasmar y dar sentido de propósito. Todo el resto, como ya lo hemos dicho, es gerenciar. Planificar, organizar, delegar, supervisar y controlar son funciones gerenciales y, de hecho, un gerente que realiza correctamente estas funciones puede llegar a tener un desempeño adecuado y realizar una carrera exitosa en cualquier organización. Un buen gerente puede no ser líder, es más, un buen gerente puede no ser líder. Sin embargo, que los gerentes sean además líderes se ha convertido en un imperativo cultural tan extendido que una afirmación como la que acabamos de realizar podría hacer que muchas personas decidieran cerrar este libro ahora mismo. Ello, a pesar de que la realidad de las organizaciones sea exactamente como la acabamos de describir: la mayor parte de los gerentes no ejercen liderazgo sobre sus colaboradores.

De hecho, a nosotros tampoco nos interesa, en esta obra, tratar el tema del correcto gerenciamiento, o cómo un gerente puede ser exitoso sin ser un líder. Nuestro interés es contribuir a delimitar y precisar el fenómeno del liderazgo realizando las distinciones que creemos necesarias para contribuir a enfocar de manera efectiva qué es lo que significa exactamente liderar.

Contenidos:

10.1 El entusiasmo.

10.2 El propósito.

10.3 Objetivos organizacionales versus objetivos personales.

10.4 Algunos gerentes quieren ser líderes sin realizar esfuerzos.

10.5 El entusiasmo también se crea.

10.6 La frustración.

10.7 La incertidumbre.

 

10.1 El Entusiasmo:

La palabra entusiasmo proviene del griego ενθουσιασμός [enthousiasmós], un sustantivo formado por la preposición “en” y el sustantivo “theós”, que significa dios; es decir, estar entusiasmado significaba, para los griegos, tener un dios dentro. El entusiasmo era lo que inspiraba a los poetas, los profetas y los enamorados, por lo que merecían respeto y admiración. Hay que recordar que los griegos eran politeístas y tenían gran cantidad de dioses, prácticamente uno para cada cosa, por lo que no habría que confundir a ese “dios dentro” con el dios de las religiones monoteístas.

En el ámbito terrenal de la vida cotidiana, el entusiasmo es una emoción positiva que nos orienta hacia algo. Es la disposición positiva hacia realizar una o varias acciones que nos llevarán a conseguir un resultado que nos permitirá satisfacer un deseo o una necesidad. El entusiasmo es la emoción que soporta o posibilita la motivación. Si consideramos a la motivación como un motor en movimiento, el entusiasmo es el combustible que requiere la motivación para funcionar. El entusiasmo es necesario para encender el motor, pero durante el movimiento el entusiasmo es consumido por el funcionamiento de ese motor, por lo que es necesario recargarle combustible cada cierto tiempo. El entusiasmo es esencial para motivar, es decir, para lograr que las personas orienten sus esfuerzos y energía en pos de conseguir algo, un resultado, que a su vez llevará a la persona a un estado de satisfacción.

Consideramos al entusiasmo como una emoción que afecta varios estados de ánimo a los que solemos considerar como positivos. Como emoción, el entusiasmo guarda una estrecha relación con la alegría; sin embargo, se trata de emociones distintas, pues el entusiasmo siempre tiene un objeto, se dirige hacia algo en particular, mientras que la alegría es causada por algo, proviene de algo. La principal diferencia entre la emoción de entusiasmo y la emoción alegría es que la alegría es reactiva mientras que el entusiasmo es activo.

El entusiasmo, al igual que la motivación, nos predispone a conseguir algo y nos prepara para la acción. Sin embargo, mientras que la motivación se concentra en aquello que queremos conseguir, el entusiasmo se centra en nuestra sensación subjetiva de placer. El entusiasmo es una emoción y, por lo tanto, nos activa instantáneamente, se da siempre en el presente. El objeto del entusiasmo es algo que queremos ya, en este momento; mientras que la motivación es un estado emocional y nos activa hacia el futuro, nos predispone. En el entusiasmo, el estado de satisfacción, el sentimiento positivo, la alegría y el gozo se dan en el momento que la persona está entusiasmada, se percibe física y mentalmente. Durante la emoción el objeto es secundario y lo esencial es el placer que nos genera. En la motivación hay una fijación cognitiva respecto del objeto, la motivación mantiene la representación del objeto que nos entusiasma en forma de idea, imagen, representación, recuerdo. La motivación, como estado emocional, está orientada a repetir las reacciones fisiológicas y mentales que nos produce la emoción del entusiasmo. La motivación es un estado emocional en el que la satisfacción se encuentra aplazada en el tiempo.

En el terreno del management y en el mundo de las organizaciones en general, existe una profunda confusión entre el entusiasmo y la motivación. Motivar implica movilizar hacia algo, mientras que entusiasmar implica emocionar positivamente y predisponer a la acción. El entusiasmo siempre está relacionado con un deseo o una necesidad que se asocia a un objeto, mientras que la motivación siempre está relacionada con la obtención del objeto para repetir la experiencia del entusiasmo. Una persona motivada está dispuesta a conseguir algo y, por lo tanto, dispuesta a hacer lo que sea necesario para conseguirlo.

En comparación con la motivación, que es un estado emocional, el entusiasmo, al ser una emoción, funciona como un cortocircuito entre el presente y la satisfacción futura. En psicología existen dos conceptos relacionados con el entusiasmo y la motivación: el goce y el deseo. Tanto el goce como el deseo representan un impulso hacia obtener una cierta satisfacción. La diferencia entre ambos radica en el tiempo y el esfuerzo que requerimos para obtener dicha satisfacción. El goce es una satisfacción a corto plazo o instantánea; gozar es disfrutar inmediatamente de algo, es el placer que obtenemos cuando poseemos aquello que queremos en el momento que lo queremos. Al realizar la distinción entre emociones, estados emocionales y sentimientos, hemos explicado que las emociones responden, evolutivamente hablando, al principio del placer, es decir, el principio según el cual la satisfacción del deseo o la necesidad debe ser inmediata. El deseo, en cambio, es lo que nos lleva hacia aquello que deseamos a través de un camino más largo, lo que nos mantiene ocupados en conseguir aquello que deseamos (en psicología, el deseo puede durar toda la vida). A diferencia del goce, el deseo está regido por el principio de realidad, es decir, la idea de que debemos hacer ciertas cosas (trabajar) para llegar a satisfacer nuestros deseos y necesidades. Mientras que el goce requiere un esfuerzo y tiempo mínimos, el deseo requiere de un esfuerzo mayor y tiempos más largos. La motivación, como estado emocional, es lo que nos permite realizar el rodeo necesario para alcanzar la satisfacción originada en la emoción del entusiasmo.

Tanto el goce como el deseo son caminos hacia la satisfacción. Los seres humanos desarrollan sus vidas en sociedad intentando mantener un cierto equilibrio entre ambos, pues necesitan satisfacer necesidades tanto inmediatas como de largo plazo. En el mundo de las organizaciones el entusiasmo, como emoción fundamental de la motivación, tiene como condición que su objeto sea desplazado sí o sí hacia el futuro. La función del liderazgo es indicar el camino, guiar, ayudar, apoyar y enseñar a las personas la manera en que alcanzarán el objeto del entusiasmo, es decir, construir un sentido de propósito.

Uno de los factores que inciden de manera más directa en el proceso de mantener la motivación es la percepción de dificultad para alcanzar el objeto de la emoción. En otras palabras: el rodeo impuesto por el principio de realidad puede adquirir diferentes dimensiones.

 

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Una persona que se entusiasma con la idea de tener el último teléfono inteligente porque ello le causará placer lo quiere ya mismo. Sin embargo, si no puede ir y comprarlo inmediatamente, sino que debe ahorrar dinero para obtenerlo y, por lo tanto, debe esperar algún tiempo, podemos considerar que la persona está motivada por conseguir el teléfono y ahorrará el dinero hasta poder comprarlo. Si el tiempo que le llevará ahorrar el dinero es breve, mantener la motivación por conseguirlo resultará relativamente fácil. Sin embargo, si el teléfono es muy caro y el tiempo para ahorrar el dinero para comprarlo es muy largo, mantener la motivación le resultará bastante difícil. Al igual que la dificultad que impone el tiempo para mantener la motivación, el esfuerzo o la cantidad de trabajo a realizar también puede representar otra variable a considerar. Es decir, el tiempo y el esfuerzo que requiere obtener el objeto del entusiasmo afecta la aparición, mantenimiento o extinción del estado emocional de la motivación. Si el objeto puede obtenerse rápidamente, el entusiasmo no requiere de dirección y por lo tanto no conduce a la motivación. Si el objeto puede obtenerse en un tiempo y con un esfuerzo que la persona percibe como adecuados o posibles, el entusiasmo y la dirección mantienen la motivación en diferentes niveles de intensidad. Sin embargo, si la persona percibe que el tiempo para obtener el objeto de satisfacción es muy largo, o que es demasiado grande, o ambos a la vez, el entusiasmo lleva a la desmotivación y en consecuencia a la inacción.

 

Extracto de “La Organización Emocional”, disponible en:

Librería Antartica

Feria Chilena del Libro

Amazon.com (ebook y paperback)

Ril Editores (ebook y paperback)

Casa del Libro (ebook y paperback)

Busca Libre (ebook y paperback)

Librerías Santa Fe (ebook y paperback)

ISBN: 9789560102645
Número de páginas: 328
Autor: José María Saracho
Editorial: Ril Editores, 2015