La Organización Emocional – Parte I: Lo que creemos que sabemos acerca de las emociones.
3. Las emociones básicas no son tan básicas
La idea acerca de la existencia de ciertas emociones universales tomó fuerza entre antropólogos, biólogos, psicólogos y sociólogos con la publicación del libro de Darwin La expresión de las emociones en el hombre y en los animales[1]. Darwin planteó que jóvenes y adultos de razas muy distintas, tanto humanos como animales, expresan similares estados mentales con los mismos movimientos. Los movimientos a los que se refiere Darwin son aquellos que nos sirven para satisfacer ciertas necesidades y que llegan a ser tan habituales que se producen incluso en situaciones en las que no existe la necesidad. Ello explicaría que la expresión de las emociones a través de movimientos y gestos aparezca en situaciones o contextos para los cuales no son apropiados. Se trata de la parte automática de la expresión de las emociones, lo que LeDoux llama “los raptos de la amígdala”, es decir, la imposibilidad de no reaccionar corporalmente cuando sentimos miedo. Más adelante profundizaremos en las ideas de LeDoux.
Darwin planteó que los movimientos más importantes en la expresión de las emociones son los reflejos y los instintos, los cuales son innatos y heredados, existiendo una clara continuidad filo-genética en la expresión de las emociones. Ello explicaría que tanto la expresión de las emociones propias, como el reconocimiento de las emociones de los otros se realizan de forma automática e involuntaria. Según Chóliz[2], la aportación más destacable de la teoría de Darwin a la expresión de las emociones es la asunción de que los patrones de respuesta expresiva emocional son innatos y que existen programas genéticos que determinan la forma que adquiere la respuesta de la expresión emocional. Sin embargo, no todo es hereditario, también el aprendizaje puede determinar que una reacción se presente en ciertas situaciones, o no, además de modificar el patrón genético de respuesta expresiva. Habitualmente, lo que es innato es el programa que determina la respuesta emocional, pero esta no puede producirse si no existe el aprendizaje necesario. Las aportaciones de Darwin no se limitaron al nivel conceptual, sino que trascendieron al plano metodológico. Según Chóliz, la investigación de la expresión facial de las emociones sigue siendo la misma que inspiró a Darwin para proponer sus puntos de vista acerca de la expresión emocional. Darwin realizó una serie de estudios que son extraordinariamente similares a los realizados por sus discípulos contemporáneos. Estos estudios incluyen:
- Estudios de la expresión de las emociones en animales filogenéticamente similares al ser humano.
- Estudios de la expresión de las emociones en ciegos de nacimiento que nunca han visto los gestos de otros y que, por lo tanto, no han podido aprenderlos.
- Estudios de la expresión de las emociones en niños antes de que hayan podido aprender cómo expresan dicha emoción otras personas.
- Evidencias de que las personas de diferentes culturas y etnias realizan movimientos y gestos similares cuando experimentan ciertas emociones.
- Estudios de las emociones expresadas en obras de arte (fotografía, vídeos, pinturas y esculturas).
- Emociones experimentadas cuando se estimulan eléctricamente ciertos músculos asociados a determinadas experiencias emocionales.
Desde que en 1872 Darwin planteara la existencia de emociones universales, estudiosos de las más diversas disciplinas han creado variadas clasificaciones que difieren tanto en cantidad como en contenido. En la Tabla N° 1 presentamos algunas de las clasificaciones más conocidas. Cabe aclarar que, independientemente del año en que aparecieron, todas ellas cuentan con adeptos y detractores, y tiene plena vigencia en la actualidad.
Autores | Año | Emociones básicas o universales |
William James[3] | 1884 | Miedo, duelo, amor, rabia |
William Mcdougall[4] | 1926 | Ira, disgusto, soberbia, miedo, sometimiento, ternura, sorpresa |
John Watson[5] | 1930 | Miedo, amor, rabia |
Magda Arnold[6] | 1960 | Ira, aversión, coraje, desprecio, deseo, desesperación, miedo, odio, esperanza, amor, tristeza |
Orval Morover[7] | 1960 | Placer, dolor |
Carroll Izard[8] | 1971 | Ira, desprecio, asco, aflicción, miedo, culpa, interés, alegría, vergüenza, sorpresa |
Susana Bloch, Guy Santibañez[9] | 1972 | Alegría, tristeza, miedo, rabia, erotismo, ternura |
Robert Plutchik[10] | 1980 | Aceptación, ira, anticipación, asco, alegría, miedo, tristeza, sorpresa |
Paul Ekman, Wallace, Friesen, Phoebe Ellsworth[11] | 1982 | Ira, asco, miedo, alegría, tristeza, sorpresa |
Jeffrey Gray[12] | 1982 | Rabia y terror, ansiedad, alegría |
Jack Panksepp[13] | 1982 | Esperanza, miedo, rabia, pánico |
Silvan Tomkins[14] | 1984 | Ira, interés, desacato, asco, aflicción, miedo, alegría, pena, sorpresa |
Weiner & Graham[15] | 1984 | Felicidad, tristeza |
Nico Frijda[16] | 1986 | Deseo, felicidad, interés, sorpresa, curiosidad, dolor |
Theodore Kemper[17] | 1987 | Miedo, ira, depresión, satisfacción |
Keith Oatley, Philip Johnson-Laird[18] | 1987 | Ira, asco, ansiedad, felicidad, tristeza |
Tabla Nro. 1: Emociones básicas según diversos autores
Como podemos observar, existen emociones que se repiten y otras que no; así como emociones que por sentido común podríamos considerar iguales o que las palabras utilizadas para nombrarlas son sinónimos, tal como ira y rabia, o alegría y felicidad, entre otras. Sin embargo, los autores utilizan los términos de manera muy precisa y los definen de distintas maneras, utilizando diferentes palabras para diferenciarse de las clasificaciones de otros autores.
Paul Ekman, el más reconocido y famoso seguidor de la tesis darwiniana, sostiene que las expresiones faciales de las emociones no son determinadas culturalmente, sino que son universales, tal como lo planteó Darwin, y dedicó gran parte de su vida a la búsqueda de pruebas de que las emociones tienen diferentes patrones en el sistema nervios autónomo. En uno de sus más famosos estudios, un grupo de actores representaban expresiones faciales sin conocimiento explícito de la emoción que estaban representando, mientras sus reacciones corporales eran registradas mediante una serie de electrodos y sensores (ritmo cardíaco, conductancia de la piel). A partir de ese estudio, Ekman concluyó que existen patrones de respuesta biológicos, asociados a seis emociones claramente distinguibles, que corresponden a las emociones de sorpresa, asco, tristeza, ira, alegría y miedo. Esta lista de emociones son conocidas como las seis emociones básicas; se llamaron “básicas” debido a que se consideró que no contienen otras emociones como una parte de ellas y, además, son innatas.
Ekman se especializó en el estudio de las micro expresiones faciales que, según sostiene, pueden utilizarse para detectar las mentiras con alto grado de confiabilidad. Ekman desarrolló un sistema de codificación facial de acciones, conocido como “Facial Action Coding System”[19], para identificar y clasificar casi todas las expresiones del rostro humano. De manera general, las expresiones faciales responden a ciertos patrones; por ejemplo, la expresión de alegría se produce mediante la contracción del músculo que va del pómulo al labio superior y del orbicular que rodea al ojo, mientras las mejillas se elevan; la expresión facial de la tristeza se manifiesta cuando los párpados superiores caen, las cejas se inclinan hacia arriba, el entrecejo se arruga y los labios se estiran de forma horizontal; la expresión de la ira se caracteriza por la mirada fija, las cejas juntas y hacia abajo, y los dientes apretados; en la expresión de la sorpresa los párpados superiores suben, pero los inferiores permanecen relajados, mientras que la mandíbula cae; la expresión del miedo por lo general sigue al gesto de la sorpresa, los párpados superiores se elevan al máximo mientras que los inferiores se tensan, las cejas levantadas se acercan entre sí y los labios se alargan hacia atrás; la expresión del asco genera una ligera contracción del músculo que frunce la nariz y estrecha los ojos, mientras que la nariz se arruga y se eleva el labio superior.
En 1982 las emociones básicas de Ekman ya eran 7 y no 6. Años más tarde, en la década de 1990 Ekman amplió su lista de emociones básicas e incluyó un rango más extenso de emociones positivas y negativas, de las cuales no todas están codificadas en músculos faciales (Ekman, 1999):
- Alivio
- Bochorno
- Complacencia o contento
- Culpa
- Diversión
- Desprecio o desdén
- Entusiasmo o excitación
- Felicidad
- Ira o rabia
- Miedo o temor
- Orgullo o soberbia
- Placer sensorial
- Repugnancia, asco o repulsión
- Satisfacción
- Sorpresa
- Tristeza
- Vergüenza
- Arrechura (excitación sexual)
- Calentamiento
- Erección continua
Las investigaciones de Ekman han contribuido al estudio de los aspectos sociales de la mentira, de las razones por las que mentimos y por las que no suele preocuparnos la detección de las mentiras. Todos sus estudios sobre las mentiras se basan en la incongruencia entre el lenguaje verbal y el no verbal. Los estudios de Ekman podrían resumirse en la siguiente idea: cuando alguien expresa verbalmente algo que no coincide con lo que expresan sus gestos, existe una alta posibilidad de que de que esa persona esté mintiendo. La base detrás de todos estos estudios es que las emociones básicas son universales y generan reacciones automáticas en nuestro cuerpo, parte de las cuales se expresan en nuestro rostro. Por lo tanto, según Ekman, nuestras expresiones faciales no mienten, son auténticas, ya que no podemos controlarlas a voluntad: si alguien siente miedo su rostro expresará miedo, diga lo que diga que siente. De este modo, nuestro rostro no nos permite mentir o, más bien, nos delata automáticamente cuando lo hacemos. De hecho, Ekman trabaja desde hace varios años en el diseño de un detector visual de mentiras basado en sus hallazgos y teorías.
Sin embargo, la afirmación de que las expresiones faciales de las emociones son universales ha sido y sigue siendo un tema controversial. Algunos investigadores aseguran que las expresiones faciales de las emociones no son universales y varían de acuerdo a las culturas. Investigadores del Instituto de Neurociencias y Psicología de la Universidad de Glasgow realizaron un estudio sobre las expresiones faciales de las emociones básicas con participantes occidentales y orientales. Entre sus hallazgos, descubrieron que, mientras los occidentales efectivamente distinguían fácilmente las seis emociones básicas, los orientales confundían recurrentemente cuatro de ellas: la sorpresa, el miedo, el asco y la ira. Una de las hipótesis del estudio sostiene que esto podría deberse a que los orientales tienden a fijarse en los ojos para reconocer el grado de alegría, miedo, asco e ira en una persona, mientras que los occidentales deducen la magnitud de la emoción por otros músculos faciales, sobre todo, los relacionados con la expresión de la boca. Otros estudios afirman que el grado de especificidad del sistema nervioso autónomo puede resultar dependiente del hecho de que los estudios de Ekman han sido realizados en un laboratorio, por lo que persiste el debate, hasta el grado de considerar la existencia de las emociones básicas[21]. Otros estudios sugieren que las emociones negativas y positivas pueden ser diferenciadas en el sistema nervioso autónomo, pero no necesariamente las emociones específicas[22]. Ortony y Turner[23] señalan que no existen emociones básicas a partir de las cuales puedan construirse las demás. Esto vendría evidenciado por el hecho de que cada autor propone un número y unas emociones determinadas que no suelen coincidir con las que proponen otros investigadores. Si realmente existieran emociones básicas no debería existir tal variedad y desconcierto. Esto puede ser debido a que realmente se esté hablando de la misma reacción afectiva, pero que la denominaran de diferente manera. Según estos autores, existen dos corrientes principales que abordan las emociones básicas. Una biológica, que afirma que las emociones básicas han permitido la adaptación al medio, se encuentran en diferentes culturas y debe haber un sustrato neurofisiológico común entre las emociones básicas de los mamíferos, e incluso de los vertebrados. La otra corriente, psicológica, afirma que todas las emociones se pueden explicar en función de emociones irreducibles. Ambas concepciones están muy relacionadas y su distinción es fundamentalmente didáctica.
En resumen, las concepciones neodarwinistas de Ekman y otros autores defienden la hipótesis de que las emociones básicas son efectivamente básicas y universales, puesto que de ellas emergerían el resto de reacciones afectivas tales como las emociones complejas, las emociones sociales, los estados de ánimo, las motivaciones y los sentimientos. Según estos autores, las emociones básicas se distinguirían de todas las otras reacciones afectivas porque:
- Son universales en su expresión y reconocimiento. Se presentan en todos los individuos de la misma especie y cualquiera de ellos puede reconocer las emociones básicas en cualquier otro individuo, independientemente de factores étnicos y culturales.
- La expresión de las emociones básicas se produce sin necesidad de aprendizaje, lo que se constata en las investigaciones realizadas con niños y ciegos de nacimiento.
Además, las emociones básicas para ser “básicas” deben cumplir con una serie de requisitos[25]:
- Tener un sustrato neural específico y distintivo.
- Tener una expresión o configuración facial específica y distintiva.
- Poseer sentimientos específicos y distintivos.
- Derivan de procesos biológicos evolutivos.
- Tienen propiedades motivacionales y organizativas de funciones adaptativas.
Ekman[26] asume que los diferentes patrones de actividad del sistema nervioso autónomo están a la base de diferentes conductas motoras que corresponden a diferentes emociones. Tales emociones están directamente relacionadas con la adaptación del organismo, y por lo tanto es consecuente que tengan un patrón de actividad autónoma específica. Izar argumenta que existen una serie de emociones básicas, directamente relacionadas con la adaptación y la evolución, que tienen un sustrato neural innato y universal, así como un estado afectivo asociado y único; por lo que considera que las emociones son fenómenos neuropsicológicos específicos fruto de la selección natural, que organizan y motivan los comportamientos fisiológicos y cognitivos que facilitan la adaptación.
3.1 Nuestro problema con las emociones básicas
Nuestro problema con las emociones básicas no es su extremada difusión y aceptación, sino las consecuencias que tiene la aceptación de su existencia como fenómenos “científicamente” observables a través del comportamiento no verbal. Es decir, este “paradigma” de las emociones básicas, nos lleva a creer que somos capaces de reaccionar automáticamente “todos nosotros”, “siempre”, de la misma manera cuando sentimos ciertas emociones. Ello, a su vez, nos lleva a la conclusión de que existen ciertos mecanismos “fijos” de comportamiento que no podemos evitar y que no podemos ocultar. Cualquier persona bien entrenada en reconocer dichos comportamientos sería capaz de saber qué sentimos o, más específicamente, cuál de las seis emociones básicas estamos sintiendo en un momento dado, tal cual lo hace Cal Lightman, el protagonista de la serie televisiva Lie to me[28].
De acuerdo a nuestro enfoque, el estudio de las emociones básicas, resulta útil para estudiar los fenómenos emocionales y el comportamiento humano desde cierta perspectiva, pero consideramos que esa perspectiva es una más entre otras y no “la única” perspectiva posible, o que, por gozar de amplia difusión y aceptación, sea considerada como una “verdad” científicamente probada. En el año 2007 la Administración de Seguridad en el Transporte (TSA) de EE. UU. pidió a Paul Ekman que diseñara un programa para entrenar a los funcionarios de aeropuertos en la detección de mentiras. El programa se llamó SPOT (Screening Passengers by Observation Technique), y los funcionarios entrenados en esta técnica fueron llamados “oficiales en detección de comportamientos” (Behavior Detection Officers). En el blog de la TSA puede leerse lo siguiente:
- El programa fue diseñado por Paul Ekman, quien ha estudiado el comportamiento humano durante los últimos 40 años y ha entrenado a personas de la TSA, la CBP, la CIA, el FBI, así como a otras agencias federales, para identificar expresiones faciales sospechosas tales como el miedo, el estrés, y el engaño. Ekman también ha ayudado a los animadores de Disney-Pixar a crear caras convincentes para los personajes de sus películas. Desde que el profesor Ekman entrenó a nuestros funcionarios, la “tasa de éxito” en la detección de drogas durante el registro de pasajeros se elevó a 22,5%, mientras que en 1998 era de solo un 4,2%. El análisis del comportamiento se basa en el temor de ser descubierto. Las personas que intentan evadir los controles muestran signos de estrés y comportamientos físicos y fisiológicos involuntarios. Si alguien está tratando de pasar una mostaza molida a la piedra que compró en vacaciones, un cuchillo o una bomba, los oficiales de detección de comportamiento están entrenados para detectar a esos sospechosos entre la multitud. Una vez que realizamos una identificación, recomendamos a estos pasajeros para una inspección adicional o directamente llamamos a las fuerzas de seguridad.
Sin embargo, en 2013 el Departamento de Responsabilidad del Gobierno de EE. UU. (GAO – Government Accountability Office) encontró que no había evidencia suficiente para respaldar le idea de que los indicadores conductuales pudieran ser utilizados para identificar personas que puedan representar algún riesgo para la la seguridad en los aviones. Después de analizar más de cuatrocientos estudios científicos sobre el engaño, el GAO concluyó que:
- “La habilidad humana para identificar acuciosamente la conducta sospechosa en base a los indicadores de comportamientos es levemente mayor que el azar (50,4%)”.
Aunque podríamos citar otros ejemplos, incluso más controvertidos, nuestra intención aquí es remarcar que las emociones básicas son solo un enfoque, una perspectiva, y que no debieran ser tomadas como hechos o expresiones de la “naturaleza humana”. De acuerdo a Lisa Barrett[31], para que la ciencia de las emociones continúe avanzando, es necesario evaluar el estatus de “natural” que se ha intentando dar a las emociones básicas e intentar construir modelos alternativos, incluso aunque dichos modelos no calcen perfectamente con el sentido común. Un paradigma alternativo no tiene por qué negar la existencia de las emociones, pero debería negar la potencia explicativa de las emociones. Dicho paradigma tampoco debería negar la importancia de nuestras respuestas evolutivas, pero sí debería negar que las emociones tengan un estatus privilegiado a nivel de los moléculas o circuitos neuronales. Asimismo, el nuevo paradigma no debería negar la importancia de las investigaciones realizadas durante las últimas décadas, pero ellas deberían ser tomadas como un insumo de conocimiento y ser re interpretadas bajo el nuevo paradigma. Abandonar el paradigma de las emociones como parte de la “naturaleza humana”, puede resultar contra-intuitivo, pero no por ello es poco común. En psicología, así como en otras ciencias, las teorías fundamentadas en la “naturaleza humana” son cosa del pasado. La memoria, la inteligencia y la personalidad son ejemplos de conceptos que en algún momento fueron estudiados como entidades de la “naturaleza humana” y que, desde hace varias décadas, han dejado de serlo para transformarse en fenómenos observables de ciertos procesos psicológicos que van acompañados de ciertos procesos neuronales: quizá las emociones puedan tener el mismo destino.
Dado que nos hemos referido al lenguaje no verbal como uno de los componentes esenciales para identificar a las emociones básicas, a continuación realizaremos algunas distinciones para precisar qué se entiende por lenguaje no verbal o lenguaje analógico.
Notas:
[1]Darwin, Ch. (1872). The expression of the emotions in man and animals. London: John Murray.
[2]Chóliz, M. (1995). “La expresión de las emociones en la obra de Darwin”. En F. Tortosa, C.Civera y C. Calatayud (Comps.). Prácticas de Historia de la Psicología. Valencia.
[3]James, W. (1884). “What is an emotion?”. Estudios de Psicología, vol. 21. Editorial Gaviria,
[4]McDougall, (1826). An Introduction to Social Psychology. Boston: John W. Luce & Co.
[5]Watson, J. B. (1930) Behaviorism. Chicago: University of Chicago Press.
[6]Arnold, M. B. (1960) Emotion and personality. New York: Columbia University Press.
[7]Morover, O. H. (1960). Learning Theory and behavior. New York: Wiley.
[8]Izard, C. (1971). Human Emotions. New York: Plenum Press.
[9]Bloch, S. y Santibañez, H. (1972). “Training of emotional effection in humans: significance of its Feedbak on subjectivity”. En: S. Bloch y R. Aneiros (Eds.), Simposio Latinoamericano de Psicobiología del aprendizaje, Santiago de Chile: Publ. Fac. Med., Universidad de Chile, 170-184.
[10]Plutchik, R. (1980) “The emotions: facts, theories, and a new model”. New York: Ramdon House.
[11]Ekman, P., Friesen, W., Ellsworth, P. (1980) “What emotion categories or dimensions can observers judge from facial behavior?” In P. Ekman (Ed.), Emotion in the human face (pp. 39-55). New York: Cambridge University Pess.
[12]Gray, J. (1985). “The whole and its parts: behaviour, the brain, cognition and emotion”. Bulletin of the British Psychological Society, 38, 99-112.
[13]Panksepp, J. (1982). “Toward a general psychobiological theory of emotions”. The Behavioral and Brain Sciences, 5, 407-467.
[14]Tomkins, S. (1984). “Affect theory”. In K. R. Scherer y P. Ekman (Eds.), Approaches to emotion (pp. 163-195). Hillsdale, NJ: Earlbaum.
[15]Weiner, B y Graham. S. (1984). “An attributional approach to emotional development” In C.E. Izard, J. Kagan y R. B. Zajonc (Eds.), Emotions, Cognition, and Behavior (pp. 167-191). New York: Cambridge University Press.
[16]Frijda, N. (1986). The emotions. New York: Cambridge University Press.
[17]Kemper, T. (1987). “How many amotions are there? Wedding the social and the autonomic componentes”. American Journal of Sociology, 93, 263-289.
[18]Oatley, K. y Johnson-Laird, P. (1987). “Towards a cognitive theory of emotions”. Cognitions & Emotion, 1, 29-50
[19]Ekman, P. y Friesen, W. v. (1978). “Facial Action Coding System: A Technique for the Measurement of Facial Movement”. Consulting Psychologists Press, Palo Alto.
[20] Jack, R., Blais, C., Scheepers, Ch., Schyns, Ph. y Caldara, R. (2009). Cultural confusions show that facial expressions are not universal, Current Biology. Elsevier
[21]Barrett, L. (2006). “Are Emotions Natural Kinds?”. Boston College, Association for Psychological Science, volume 1, Number 1.
[22]Cacioppo, J. T., Berntson, G. G., Larsen, J. T., Poehlmann, K. M. y Ito, T. A. (2000). “The psychophysiology of emotion”. En: R. Lewis y J. M. Haviland-Jones (Eds.), Handbook of emotions. 2nd ed., pp. 173-191. New York: Guilford.
[23]Ortony, A. y Turner, T. J. (1990). “What´s basic about basic emotions?” Psychological Review, 97, 315-331.
[24]Chóliz, M. (1995). La expresión de las emociones en la obra de Darwin. En: F. Tortosa, C. Civera y C. Calatayud (Comps.), Prácticas de Historia de la Psicología. Valencia.
[25]Izard, C. E. (1991). The Psychology of Emotions. New York: Plenum Press.
[26]Ekman, P. (1992). Are there basic emotions? Psychological Review, 99, 550-553.
[27]Izard, C. E. (1992). Basic emotions, relations among emotions, and emotioncognition. New York, Psychol Rev. 1992 Jul;99 (3):561-5.
[28]La serial televisiva del canal Fox Lie to me, está inspirada en Paul Ekman y su consultora, The Paul Ekman Group.
[29]Burns, B. (2008). The Truth Behind the Title: Behavior Detection Officer, Recuperado de: hhtp http://blog.tsa.gov, TSA Social Media Team, Friday, February 29.
[30]United States Government Accountability Office, TSA Should Limit Future Funding for Behavior Detection Activities, Highlights of GAO-14-159, a report to congressional requesters, November 2013.
[31]Barrett, L. (2006). “Are Emotions Natural Kinds?”, Boston College, Association for Psychological Science. Volume 1, Number 1.
Extracto de “La Organización Emocional”, disponible en:
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Librerías Santa Fe (ebook y paperback)
ISBN: 9789560102645
Número de páginas: 328
Autor: José María Saracho
Editorial: Ril Editores, 2015